Jornadas_AEOS_1600x650

NOTICIA

Las V Jornadas AEOS-Fundación BBVA abordan el papel de las orquestas en las crisis migratorias o la igualdad de género en la música clásica

Este martes han comenzado las V Jornadas AEOS – Fundación BBVA, la conferencia bienal que ambas instituciones organizan para debatir temas de interés para las orquestas sinfónicas y su entorno. Bajo el lema “El poder de las orquestas”, en esta edición se analiza el papel de las formaciones musicales como impulsoras de cambio en ámbitos como la justicia social y la inmigración, la igualdad de género, la conexión con las nuevas generaciones o la empleabilidad de los nuevos intérpretes.

27 noviembre, 2018

V Jornadas AEOS-Fundación BBVA

EL PODER DE LAS ORQUESTAS

¿Puede la música clásica contribuir positivamente en los cambios sociales que está induciendo la crisis migratoria? La respuesta es sí, al menos en la experiencia de tres de los ponentes de las jornadas. Ron Alvarez trabaja en Suecia, donde en 2016 creó The Dream Orchestra para facilitar la integración de refugiados llegados al país sin padres ni la supervisión de adulto alguno. Alvarez comenzó con “catorce chicos a los que enseñé música pidiendo instrumentos prestados. Dos semanas más tarde daban su primer concierto en compañía de otra orquesta. Empecé a pedir ayudas oficiales, instrumentos donados y aquello creció por el boca a boca”. Hoy, The Dream Orchestra está formada por casi 70 refugiados de 6 a 22 años procedentes de Siria, Afganistán, Irak, Irán, Palestina, Kurdistán, Albania, Eritrea, Angola y Somalia y ha actuado ya en escenarios importantes, como “el Konzerthaus, que es la sede de la Sinfónica de Gotemburgo, en un campamento internacional -donde tocaron antes dos mil personas – que organicé en Suecia con El Sistema -el programa creado por el maestro venezolano José Antonio Abreu en 1975 que se basa en la educación musical como instrumento de integración social y desarrollo humano y que hoy se ha extendido a 45 países – o incluso en televisión”.

“La música te enseña que puedes conseguir sueños y cuando das pasos se convierte también en un orgullo para tu familia. Además, los problemas de estos chicos los vivimos como una familia, como cuando el padre de uno de ellos murió en un ataque con bombas en su país de origen”, destaca Alvarez.

“Aprender música es una herramienta de crecimiento. Cuando tocan no es el sonido del instrumento lo que importa, sino el sonido del alma. La música inspira a creer en uno mismo. Es un lenguaje universal y no importa tu país o tu religión: estamos de acuerdo con que vamos a hacerlo juntos”, apunta.

Luchando contra la exclusión social en Filadelfia

Stanford Thompson es fundador y director ejecutivo de Play On, Philly! una academia y orquesta que proporciona formación musical a estudiantes de secundaria en barrios desfavorecidos de Filadelfia. Filadelfia es la quinta ciudad de Estados Unidos por población y su tasa de pobreza -del 26%- es la más alta entre las grandes urbes del país. “La educación musical inspira y desarrolla comportamientos y habilidades necesarios para aprender y progresar personalmente, como la memoria, el autocontrol, y la flexibilidad cognitiva y mental”, explica Thompson. Esta institución impulsa la colaboración entre los propios participantes, que hacen de mentor unos a otros y se ayudan con las tareas académicas; y, subraya Thompson, “involucramos activamente a los padres y las familias para bloquear el ciclo de fracaso escolar”.

Trompetista nacido en Atlanta y presidente del Consejo de Fundadores de El Sistema en Estados Unidos, Thompson hace hincapié en cómo la pobreza genera un entorno de “estrés tóxico y dificulta el acceso a una educación de calidad”, lo que a su vez “pone a estos chicos en la senda de comportamientos de riesgo: fracaso escolar, violencia juvenil y pobreza continuada”. Los programas de Play On, Philly! tienen un impacto en este círculo vicioso que se traducen en cifras: “Los estudiantes logran diez puntos más en los test académicos, su tasa de asistencia al colegio aumenta un 30% y adoptan en mayor medida comportamientos positivos. Las familias se implican más en el progreso de los alumnos y tanto ellos como la comunidad desarrollan una relación de confianza con un programa que utiliza la formación orquestal y de interpretación como un medio que puede ayudar al desarrollo”.

En las jornadas participa también Robin Ryczek, violonchelista y miembro del equipo docente del Instituto Nacional de Música de Afganistán. Esta institución fue creada en 2010 por Ahmad Naser Sarmast y el 50% de sus 250 alumnos proviene de situaciones de vulnerabilidad. Además, pone un acento especial en la promoción de la mujer: “Un tercio del alumnado son chicas, que se forman en régimen de coeducación. Todos nuestros ensembles cuentan con mujeres y hemos creado una orquesta femenina con 80 intérpretes, que debutó en 2015 con la primera directora de orquesta afgana de la historia al frente, Negin Khpolwak”, explica.

Una profesión mayoritariamente masculina

La igualdad de género en la música clásica es otro de los temas que se abordan en las jornadas. Una revisión reciente de la composición de 23 orquestas de renombre internacional -entre ellas 19 de las 20 que el panel de críticos reunidos por la revista británica Gramophon considera las 20 principales del mundo- revela que de los 2.438 músicos a tiempo completo que las integran 1.677 (el 69%) son hombres.

En las jornadas participa Anne Midgette, crítica de música clásica en el Washington Post y que en 2001 se convirtió en la primera mujer en asumir esta función en la historia de otra gran cabecera estadounidense, el New York Times. Esta periodista considera que la igualdad de género en las orquestas presenta dos vertientes. “La primera es la de los intérpretes y aquí se ha avanzado algo, aunque el viento metal tiende a tener menos presencia de mujeres que la cuerda. La otra es la dirección y la gestión de las orquestas, donde aún hay muchísimo margen de mejora”.

Para Midgette, “el problema real es de autoridad: en la música clásica hay una reticencia histórica a ver a la mujer como figura de autoridad. Solo cuando el liderazgo de las orquesta esté repartido de modo paritario entre hombres y mujeres empezaremos a ver cambios significativos en, por ejemplo, la cantidad de música de mujeres que se programa y un cambio gradual en la arraigada noción de que los hombres simplemente escriben mejor música”. Desde la perspectiva que le dan 25 años de crítica especializada en música clásica y ópera, Midgette sostiene que “ya hay en marcha varias iniciativas que intentan apoyar a las directoras de orquesta y compositoras, pero hasta que el mundo de la orquesta en su conjunto no reconozca la desigualdad de género como problema no se producirán cambios significativos”.

En la mesa redonda dedicada a este asunto interviene también Virginia Martínez, directora titular y artística de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y la única mujer que desempeña este puesto entre las 30 orquestas que forman parte de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas. A los 13 años ya dirigía un coro infantil y otro de voces blancas en Molina de Segura, su ciudad natal, y a los 20, tras licenciarse en Piano y en Armonía y Contrapunto, logró hacer la carrera de Dirección de Orquesta en el Conservatorio de Viena. “Tuve mucha suerte porque cada año solo admiten a cuatro personas de todo el mundo”, afirma. En 2004, al año siguiente de graduarse en Viena, quedó finalista en el Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de Cadaqués y ahí empezó una carrera internacional que en 2006 le llevaría a ser nombrada directora titular y artística de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia, puesto al que desde 2012 suma la dirección de la Sinfónica.

“En los quince años que llevo de profesión no puedo relatar ninguna mala experiencia por ser mujer”, explica. En el podio se siente enormemente cómoda: “No podría soñar con un equipo mejor que el de la Sinfónica de la Región de Murcia. Es un grupo de músicos que quiere hacerlo mejor cada día y disfrutan con lo que hacen”.

Confiesa que “hasta hace poco no sabía que era la única mujer entre los directores de orquestas profesionales autonómicas” y considera que dejar de ser la excepción “es cuestión de tiempo. Es importante que las mujeres tengan una referencia, que sepan que se puede dirigir una orquesta y que lo harán tan bien, o tan mal, como un hombre. En cuanto tengamos un mayor abanico de mujeres haciendo la carrera vernos al frente de orquestas será común”. A las estudiantes de conservatorio que están pensando en esta opción les aconsejaría “lo mismo que a un hombre: que luchen, que sepan que esto es una carrera de fondo y no tenemos el puesto asegurado. Hay que tener claro el esfuerzo que conlleva para ser honesto con uno mismo y hacerlo con toda el alma”.