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Las Jornadas AEOS-Fundación BBVA analizan modelos de captación de fondos y públicos para la orquesta sinfónica del siglo XXI

Directores y gestores de orquestas sinfónicas de varios países que han participado en las ‘Jornadas AEOS-Fundación BBVA: La orquesta sinfónica en el siglo XXI’ coinciden en que los recortes en los fondos públicos destinados a la cultura y la necesidad de atraer a nuevos espectadores marcan el panorama de las orquestas sinfónicas en el siglo XXI. Para afrontar estos retos recomiendan la incorporación de estrategias de gestión y marketing a la rutina de las grandes formaciones musicales, así como el impulso de actividades pedagógicas y proyectos sociales.

27 octubre, 2010

Al encuentro han asistido cerca de 200 expertos de diferentes profesiones relacionadas con la música: intérpretes, compositores, directores de orquesta, profesionales del marketing y de la gestión cultural, expertos en pedagogía y comunicadores.

Pedro Navarro, presidente de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS), que agrupa 29 formaciones, sostiene que nuestro país ha vivido “una revolución sinfónica en la que hay que luchar por defender y conservar a toda costa lo que se ha conseguido, siendo conscientes de que aún queda mucho por hacer, y teniendo en cuenta el retraso con que España se ha incorporado al mundo sinfónico con respecto a los grandes países centroeuropeos en los que se puede hablar de tradición”.

Sin embargo, la crisis económica mundial ha hecho mella en el territorio de la música, sobre todo por la dependencia de los fondos públicos. En España, las orquestas sinfónicas se sufragan en un 80% con la financiación pública y sólo en un 2% con aportaciones privadas. En Reino Unido, por ejemplo, la financiación pública sólo aporta el 30% de los fondos.

En 2009, último año del que se tienen datos cerrados, el número de conciertos en nuestro país disminuyó de un modo casi imperceptible respecto al ejercicio anterior (de 2.284 a 2.272), mientras la cifra de asistentes caía ligeramente (de 1,8 a 1,74 millones de espectadores) y los ingresos por taquilla pasaban de 27,8 a 27,6 millones de euros). Un dato que viene a demostrar que la mella es achacable al momento económico y no a la disminución del interés del público es que, mientras que la asistencia a conciertos de pago descendía en un 9,4% respecto a 2008, los gratuitos conocían un aumento del 14%, y analizando los datos recogidos en el tiempo transcurrido de 2010, se intuye, en palabras de Pedro Navarro, “una tendencia a la baja, a tenor de la marcha de la economía”.

Autosuficiencia económica

¿Es posible la autosuficiencia económica de una orquesta sinfónica? Navarro considera que es muy difícil. “Aunque sea una orquesta totalmente privada, antes o después en el caso de una orquesta española, tiene que establecer un convenio de colaboración, para poder recibir una subvención nominativa o conseguir la aportación de determinada unidad de algún ministerio. Hablando de orquestas de cierta envergadura, no conozco ninguna que no reciba algún dinero del erario público. Ni en España ni prácticamente tampoco en el extranjero”.

Gestores culturales y directores de orquestas han convivido en estas jornadas con expertos en marketing y planes de negocio. En opinión de Navarro, plantearse la existencia de una orquesta rentable “sería casi una utopía. Una orquesta española de dimensión media, más del 80% de su presupuesto se va en nóminas y cuenta con un presupuesto medio entre los cuatro y los cinco millones y medio de euros para una plantilla no superior a los 65 o 70 músicos”.

Navarro asegura que en España, existe el riesgo real de que algunas orquestas desaparezcan. Ante este panorama, los participantes en la jornada han analizado posibles fórmulas para garantizar la sostenibilidad de las orquestas sinfónicas. Las medidas son diversas y algunas repercuten incluso en el contenido de los programas.

“Cuando empiezas a recortar, la primera víctima en caer es el repertorio, al ser el que más gastos de personal origina si requiere contratar a músicos fuera de la plantilla habitual. Cuando se activa el protocolo de austeridad, hay que aplicarlo al máximo, porque sólo así se puede ahorrar mucho dinero”.

En las jornadas se han planteado  diversos modelos pedagógicos y de acción social puestos en marcha en países como Alemania, Reino Unido o Portugal, que se pueden trasladar a España, aunque con adaptaciones: “Antes de implantar un modelo fijo, rígido, tienes que pensar cosas como dónde vives y cuál es la respuesta del público. La autoevaluación es fundamental. No solamente te da la medida del éxito que estás teniendo, sino que además te está ayudando a confeccionar una lista de prioridades para el público, que deberás tener en cuenta en el futuro a la hora de programar. Todos los modelos que estamos viendo en esta jornada, se pueden aplicar, no en su totalidad, pero si muchísimos elementos aislados, y otros no tan aislados”.