Acusada de matar a su hermano, el heredero del ducado de Brabante, Elsa, en sus tribulaciones, pide justicia y ser defendida por un hombre que solo ha visto en sus sueños. En la persecución de este ideal, contra pronóstico, él aparece, conducido por un cisne, acepta el reto, pero con la condición de que nunca le pregunte sobre su origen ni su nombre.
Cronológicamente, Lohengrin se sitúa en el centro de la carrera de Richard Wagner, tanto temática como artísticamente. Wagner tenía 37 años cuando puso la doble barra final de Lohengrin: una ópera romántica con una música altamente magnética. El libreto, de cosecha propia, es una personal reimaginación romántica de una leyenda medieval. Basado en una serie de fuentes: la anónima épica alemana del siglo XIII Lohengrin y el romance Parzival de Wolfram von Eschenbach (1160–1220), Wagner sitúa temas que van desde la espiritual (el papel de lo divino en vidas humanas) a la política (construcción del concepto de nación en tiempo de transición y migración), pasando por la profundamente personal (la centralidad del misterio de la atracción erótica).
Por esta amplia convergencia de asuntos, el propio compositor crea una partitura colosal, impresionando en su riqueza de temas y texturas, teatralmente muy efectiva, que ha sido considerada la mejor puerta de acceso a su trabajo y también la obra que representa los primeros posos en su concepto de drama musical: leitmotivs, orquesta más suntuosa…
Logro supremo del Romanticismo: incluye la música más etérea del propio Wagner (el Preludio, el sueño de Elsa y la narración final del propio Lohengrin). En oposición a estos pasajes, encontramos música de cariz militar como las “fanfares” del acto I y III, la música de celebración de boda y la invocación a los dioses paganos de Ortrud.
El corazón manifiesta emociones que van desde la expresión de esperanza a los temores humanos más profundos. Lohengrin es, pues, una alegoría al nacimiento de una conciencia comunitaria de despertar y esperanza.
La enorme obra maestra de Wagner vuelve triunfalmente al escenario del Gran Teatre del Liceu en una nueva producción firmada por Katharina Wagner (biznieta del compositor y directora del Festival de Bayreuth). Habrá sido un debut en Barcelona muy esperado, más aún teniendo en cuenta que fue el primer título en ser cancelado cuando el mundo entró en pandemia. Con esta ópera simbólica —también la primera del compositor alemán que se estrenó en Barcelona en 1882— Katharina Wagner revela una puesta en escena atmosférica, con un estimulante estilo visual, una aguda visión dramática y un concepto dramatúrgico sorpresivo.
Romantische Oper en tres actos
Libreto de Richard Wagner.
Estreno absoluto: 28/08/1850 en el Großherzogliches Hoftheater de Weimar.
Dirección de escena, Katharina Wagner
Coro del Gran Teatre del Liceu (Pablo Assante, director)
Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu
Director, Josep Pons
Con el patrocinio de la Fundación BBVA
Foto: Antoni Bofill