La Sinfonía n.º 41 fue compuesta junto a la 39 y la 40 en el verano de 1788 en uno de los episodios de genialidad más concentrada de la producción mozartiana. Es posible que Mozart la abordara con ánimo de experimentar, ya que la Júpiter, hoy considerada una obra maestra indiscutible de la música occidental, fue en su momento una propuesta muy novedosa. Junto a ella, la Sinfonía n.º 104 de Haydn no es solo su sinfonía final, sino también la última de las doce que escribió para sus exitosas giras por Londres. Ambas obras serán presentadas en formato de salón, en adaptaciones para flauta y trío con piano realizadas poco después de su creación.