Las seis Suites francesas, compuestas durante la primera mitad de la década de 1720, recibieron el apelativo francés con posterioridad a Bach y para distinguirlas de otra serie de obras, las Suites inglesas. Siguen, no obstante, la estructura de la suite de influencia italiana que ya hemos encontrado en las Suites para violonchelo y en las Partitas para violín solo: una sucesión de danzas muy variadas sobre las que Bach despliega, en el caso de las Suites francesas, un lenguaje menos erudito y más directo que en otras composiciones, lo que contribuyó a la popularidad de la que estas obras han gozado siempre dentro de su producción para el teclado.