Uno de los aspectos que mayor admiración levanta entre los expertos en Johann Sebastian Bach es su amplio conocimiento de las tendencias internacionales en la composición de su época, a pesar de que nunca viajó más allá de la zona geográfica comprendida entre Leipzig y Hamburgo. En su biblioteca se hallaban obras procedentes de toda Europa, y la música francesa, en particular, la pudo escuchar en su juventud en Lüneburg y poseía partituras de autores como Couperin y Anglebert. Sus obras en estilo francés constituyen uno de los capítulos más compactos dentro de su catálogo de música para teclado.