CONCIERTO
Concierto 1. Hispalis Splendens, Magna Musica
Ciclo Ciclo de Navidad
16
DIC
2022
Ciclo de Navidad
Concierto 1. Hispalis Splendens, Magna Musica
16 DIC 2022
PROGRAMA
Francisco Correa de Arauxo (1584-1664)
Tiento de primer tono
Francisco Guerrero (1528-1599)
Niño Dios d’amor herido
Vamos al portal
Improvisación sobre «Conde Claros»
Baxóme mi descuydo
A un niño llorando al yelo
Miguel de Fuenllana (c.1500- c.1579)
Fecit potentiam (sobre el original de
F. Guerrero)
Fantasía n.o 37
Francisco Guerrero
Si tus penas no pruevo
Francisco Peraza (1564-1598)
Tiento de medio registro
Alonso Mudarra (c.1510-1580)
Fantasía que contrahaze la harpa
en la manera de Ludovico
Francisco Guerrero
De amores del señor
Francisco Correa de Arauxo
Tiento de sexto tono
Francisco Guerrero
Improvisación sobre «Guárdame las vacas»
¡O qué mesa y qué manjar!
Canite tuba in Sion
INTÉRPRETES
NOTAS AL PROGRAMA
Aunque no fueron coetáneos —pues el pintor nació dieciocho años después de la muerte del músico—, e incluso se clasifican en periodos artísticos diferentes, es tentador calificar a Francisco Guerrero (1528-1599) como el Murillo de la música por los evidentes paralelismos biográficos y estilísticos entre los dos artistas. Sevillanos ambos, hicieron su carrera casi por completo en su ciudad natal, entonces imponente vértice del comercio mundial, y personifican la entronización de la Sevilla de la época como centro artístico de primer nivel mundial.
Uno y otro tuvieron enorme éxito profesional en vida, y la obra de ambos mantuvo una notable y duradera popularidad, que llega hasta nuestros días.
Curiosamente, la fama de ambas figuras se ha visto a veces ensombrecida por la de dos contemporáneos y paisanos suyos tenidos por genios aún más trascendentes, y que siguieron su carrera fuera de Sevilla: Diego Velázquez en la pintura, y Cristóbal de Morales, maestro del propio Guerrero, en el caso del músico. Tal vez tenga que ver con esto que tanto Murillo como Guerrero eligieron, para muchas de sus obras, temáticas que podríamos asociar a una cierta «dulzura religiosa», y particularmente mariana. Si Murillo pintó docenas de bondadosas vírgenes con Niño e inmaculadas rodeadas de angelitos, muchos de los textos puestos en música por Guerrero, y en concreto los publicados en sus Canciones y villanescas espirituales, reflejan esa misma religiosidad inocente y popular, de temática muchas veces navideña. Incluso es posible establecer paralelismos entre los suaves sfumati del pintor y las agradables homofonías, con uso frecuente de terceras y sextas paralelas, del compositor. Pero esa facilidad para apreciar su arte no debe llamarnos, ni en un caso ni en otro, al engaño de minusvalorar a dos artistas cuya técnica era de primerísimo nivel, y capaces de producir obras de tanta profundidad y complejidad como el que más.
Según testimonio del pintor Francisco Pacheco, Guerrero era «ombre de gran entendimiento… de linda plática i discurso », y daba fe de «la estimación i aprecio que todo el mundo i la nobleza desta ciudad hizo deste insigne varón, particularmente don Rodrigo de Castro», en referencia al arzobispo de Sevilla. Pero, a pesar de su buena posición en la ciudad, en 1588 Guerrero decidió iniciar viaje para visitar Tierra Santa. Pacheco relata las motivaciones del compositor para emprender tal viaje: «I como una de las principales obligaciones de los maestros es componer chançoneias [sic] al santíssimo nacimiento de Cristo Nuestro Redemptor, i de la Santíssima Virgen su Madre, todas las vezes que se ocupava en esto, i se nombrava Belem, se le acrecentavan los desseos de ver aquel dichoso lugar, i celebrar con los ángeles i pastores aquella divina fiesta». Juan Ruiz Jiménez explica que «en la primera etapa de este viaje, fue acompañando al arzobispo de Sevilla Rodrigo de Castro que había sido invitado por el papa Sixto V para visitar Roma. En Madrid, Guerrero tuvo la oportunidad de “besar la mano” del rey Felipe II, al cual ya conocía. A su regreso de esta aventura, publica su libro Viage de Jerusalem (Valencia, 1590), que se convirtió en un notable éxito editorial, ya que vieron la luz veintinueve ediciones, la segunda de ellas en Sevilla, en casa de Juan de León, en 1592. Resulta tentador pensar que Miguel de Cervantes [residente en Sevilla por aquellos años], además de leer este libro, se entrevistara con el mismo Guerrero para asesorarse a la hora de escribir La Jerusalem, citada en su obra narrativa Viaje del Parnaso (Madrid, viuda de Alonso Martín, 1614)».
Las Villanescas de Guerrero fueron publicadas por el compositor en Venecia en 1589, aprovechando una parada de su ajetreado Viage de Jerusalem. Tal vez por ello italianizó el título, pero la mayor parte de ellas encajan en el molde del villancico hispano, y de hecho son perfecto ejemplo de cómo esta palabra, villancico, pasó en castellano de denominar una obra polifónica profana a una canción navideña. En efecto, Guerrero frecuentó el círculo de poetas del humanista Francisco Pacheco (tío del pintor, con el que suele confundirse), y en ese ambiente compuso un buen número de villancicos y madrigales profanos en su juventud. Durante sus décadas de trabajo en la catedral de Sevilla hubo de componer también un gran número de villancicos, pero ya como obras paralitúrgicas que solían interpretarse al final de las misas solemnes de Navidad y Corpus Christi, siempre con textos ad hoc en castellano; y es debido a esta última costumbre, mantenida hasta el siglo XVIII por las iglesias del orbe hispano, que el nombre de la forma musical quedó asociado en adelante a las canciones navideñas. Para su publicación de 1589, Guerrero recopiló obras de ambos momentos de su carrera, pero hubo antes de convertir «a lo divino» los textos de sus piezas de juventud, esto es, alterar los textos profanos originales para convertir su amor carnal en espiritual. Podremos escuchar en este concierto un ejemplo típico:
TEXTO ORIGINAL
Tu dorado cabello,
zagala mía,
me tiene fuerte atado.
Suéltame, pues el alma
ya te é dado;
y, si esto no hizieres,
amor, me quexaré
quan crüel eres.
TEXTO ALTERADO
Si tus penas no pruevo,
o Jesús mío,
vivo triste y penado.
Hiéreme, pues el alma
ya te é dado.
Y, si este don me hizieres,
mi Dios, claro veré
que bien me quieres.
Como preludios a las obras vocales de Guerrero, escucharemos piezas procedentes de su entorno musical más cercano. Entre ellas, tientos del organista Peraza, compañero de Guerrero en la catedral de Sevilla, y de Correa de Arauxo, tal vez alumno de Peraza y titular del órgano de la vecina iglesia del Salvador. Además, piezas de vihuela de mano de otro compañero de Guerrero en la catedral, Alonso Mudarra, y de Fuenllana, que editó su Orphenica Lyra en Sevilla en 1554 y que redujo para su instrumento obras originalmente escritas por Guerrero para conjunto, en tablaturas que son justamente la fuente de algunas de las obras juveniles de Guerrero arriba citadas.
Juan Ramón Lara